sábado, 11 de mayo de 2013

A un boli

La calma de una pluma rasgando la vida del papel,
la tinta invadiendo el espacio vacío y dándole sentido.
Pues matando a la nada, se da vida a un todo,
y las frágiles palabras se agarran con fuerzas a su existencia.
Las saladas lágrimas, caen sobre el texto
y el corazón galopa y el pulso tiembla.
Mas cae también la gota roja,
que escurre por los dulces labios,
parecense a una fresa,
 que cortada esta sangrando.
Como la sangre, el vino
Como la lágrima, el mar.

Pues no es lo mismo hallar en el océano una botella,
que en la botella la tempestad, de mil lágrimas del océano
con sabor a sal.
Y yo sirvo en una copa el mundo,
y lo bebo sin pensar, y noto en mi garganta las penas,
que se ahogan con la poca vida que se va extinguiendo.
Y así muere el negro boli de negra alma,
que viví para que nazca el poema,
que expresó mis mas pésimos pensamientos
 y que nunca será conocido como autor de estos versos,
aunque para ellos fueran sus últimos esfuerzos.
Pues, al fin y al cabo, diste la tinta por ellos.

RIP, historia real, escribí esto primero en papel, necesito comprarme otro bolígrafo negro.

Sola

Mi corazón late diciendo que estoy viva,
aunque m cuerpo yace en el suelo tendido;
mi aliento que empaña las baldosas me dice que respiro,
aunque hace tiempo que me ahogo;
por mis venas corre la sangre,
aunque yo la veo esparcida en mi vestido;
mis ojos me muestran imagenes,
aunque yo se que están cerrados;
oigo voces a mi alrededor,
pero mis oídos las convierten el leves murmullos;
noto el frío y húmedo suelo en los dedos,
aunque las manos cerradas tengo;
Y aunque lo intento y lo intento,
mi cuerpo no hace el mínimo movimiento.
Seca esta mi alma acuchillada,
que grita sin parar,
aunque de mis labios no sale sonido alguno.
No hay nadie.
El piano toca solo pero no hay nadie,
las cortinas se retuercen pero no hay nadie,
pasos hacen vibrar el suelo pero no hay nadie
¡Nadie!
Nadie me escucha, nadie me ve,
estoy sola con la rosa
 que seca yace a mi lado y me acompaña.
Y junto a los rotos cristales
que escurrieron de mis manos,
se haya el rojo líquido
que brilla en las sombras de mi habitación.
La mínima esperanza se deshace como mi vida
y espero que el pomo se mueva y se abra la puerta,
pero estoy sola y no hay nadie.
Y no llega la temida muerte,
ni un ángel, ni el demonio
ni me deshago en llamas ni me evaporo.
Así, abandonada a mi suerte, estoy sola.
Sola en el inmenso vacío de mi penosa existencia.