sábado, 17 de abril de 2010

Mi alma en la luna

Layán era una pequeña niña de ojos pardos y melena pelirroja. Era una niña muy enigmática y a veces, un poco rara. Le gustaba vestir con ropas viejas y de colores blancos y crudos. Tenía un tatuaje desde que alcanzaba su memoria. Era el dibujo de una luna gravado en la muñeca izquierda.

Desde pequeña le gustaba estar sola y , cada noche subía a las almenas de su castillo para contemplar la luna. Pero, tenía un secreto, que guardaba con mucha cautela.
La verdad era que cuando era pequeña conoció a un extraño ser. Nunca olvidaría el día en el que lo conoció.


Una noche en la que contemplaba la preciosa luna llena, le pareció ver que su tatuaje brillaba. Entonces, al mirarlo vio algo distinto, algo extraño que no estaba antes. En la luna había dibujada también una niña. Se estremeció al ver que la niña la sonreía y le decía hola. Se dio un pellizco para comprobar que no estaba dormida y cuando volvió a mirar el tatuaje, la niña ya no estaba.

Al mirar la verdadera luna... allí estaba ahora la niña. Layan, asustada, empezó a temblar y cuando la niña que la miraba le tendió la mano se tranquilizó un poco. Al ir a agarrar su mano se dio cuenta de que era blanca como la luna.
Antes de coger la mano del extraño ser miró hacia abajo. Habían 15 metros hacia el suelo, no quería arriesgarse a caer. Cerró los ojos y agarró la mano que la niña le tendía.

Notó que la brisa le acariciaba la cara y al abrir los ojos se encontró sentada en la luna junto a su nueva amiga. Miró hacia abajo y se asusto. La niña le dijo que no mirara hacia abajo y le subió la cabeza para que contemplara algo inmenso y precioso.
Layán se quedó boquiabierta al ver que encima suyo había un cielo lleno de estrellas enormes que brillaban incansablemente.
Al acabar su preciosa expedición por el cielo, de un salto y cerrando los ojos volvió a estar en la almena.
Con el paso del tiempo, continuó viendo a su amiga y le costo mucho darse cuenta que ... no os lo creeréis pero... ¡La niña de la luna era ni mas ni menos su alma!
Un alma brillante que le mostraba lo bueno de la vida y lo feliz que sería.


Después de muchos años ese alma desapareció perdiéndose entre las estrellas , pero le dejó un recuerdo: Las noches de luna llena podría volar por el cielo, libre y brillante, vestida de blanco, como un pedazo de luna que alumbra en los rincones mas oscuros y da calidez a los sentimientos de dolor.